Mi experiencia con el Tae Kwon Do a los 60 años

Soy una persona afortunada. Tengo 61 años, soy 2º dan, practico Tae Kwon Do desde los primeros tiempos de su aparición en Barcelona y no me duelen las rodillas ni los hombros y de tanto en tanto tengo lumbago.

Considero que no soy ni bueno ni malo y, salvo alguna medalla, no tengo logros deportivos destacados. Mi paso por diferentes dojangs me ha permitido conocer diversos instructores – algunos de ellos maestros de verdad y otros solo de nombre – y distintas maneras de enseñar y aprender.

He aprendido a conocerme y he adquirido una experiencia y unas rutinas que me han sido muy útiles para adaptarme y fijarme objetivos ahora, en la etapa final de mi vida deportiva.

Se me ocurrió la idea de compartir mi experiencia con vosotros porque no hay artículos, que yo sepa, sobre practicar nuestro arte cerca de la vejez o de la jubilación, por decirlo de una manera más amigable. Creo que conviene hablar sobre esta cuestión para que se sepa que se puede practicar el TKD bien y con logros hasta mucho después de la madurez.

En mi opinión, practicar Tae Kwon Do a los 60 es una cuestión de motivación, como todo en la vida. A esta edad los reflejos son más lentos, cuesta más conseguir y conservar la elasticidad, se tiene menos fuerza y equilibrio, se es un poco mas torpe y se aguanta peor el esfuerzo continuado. También se tarda más en aprender y el nivel de concentración es menor.

A pesar de esas limitaciones, se confía ciegamente en lograr lo que se quiere y os puedo asegurar que los objetivos se alcanzan porque la motivación pone en marcha el motor de la continuidad y se despiertan una ilusión y una paciencia que no existían de joven. Con esas poderosas herramientas os prometo que se llega muy lejos.

Antes de seguir adelante aclaro que me motiva llegar a tener un buen nivel técnico porque creo que es la manera más adecuada de seguir disfrutando del TKD. No me gusta mi edad ni presumo de tenerla, pero sería estúpido por mi parte no buscar el modo de ser feliz a mis años. Por eso he comenzado a competir en Pumse.

En relación a la salud en la práctica del Tae Kwon Do no soy un ejemplo a seguir porque, como no he tenido problemas serios, el tema me preocupa poco. En mi caso no puedo hablar de lesiones cardiovasculares o respiratorias por exceso de esfuerzo porque no las he tenido. La próstata de momento bien, gracias.

Sí que he tenido las lesiones típicas del kyorugui y las musculares de unos entrenamientos intensos y mal hechos de los que, después de una infiltración desafortunada, me queda una sensación continua de hormigueo en la pierna izquierda y molestias al estirar en uno de los isquiotibiales.

Dejo de hacer ejercicio cuando me falta mucho el aire y continuo cuando me he recuperado. No hay ejercicio que no haga o intente hacer. No obstante, este año he hecho propósito de adelgazar, ir al cardiólogo y controlarme con un pulsómetro. Me digo que más vale practicar a menor intensidad que tener que dejarlo.

En cuanto a la práctica, voy al dojang tres días a la semana una media de dos horas cada día. Procuro no faltar porque luego las cosas cuestan mucho más; no dejar de ir es la única condición que me impongo. Personalmente me opongo a la benevolente y ridícula dinámica social de no hacer determinadas actividades a partir de cierta edad por temor a las lesiones.

No tengo formación técnica en deportes, pero nunca me perdono calentar de lo general a lo particular y de arriba abajo; es decir: cuello, hombros, cadera, rodillas y tobillos. Quizá por eso no tengo demasiados problemas en las articulaciones ni padezco de las rodillas.

Tras el sagrado calentamiento añado los ejercicios de musculación de piernas para mantener la fuerza y los estiramientos específicos típicos de nuestra actividad aunque me duelan. Fuerzo siempre lo mismo o un poco más que la vez anterior y dejo los estiramientos más fuertes para el final porque sin estiramientos no hay chaguis bien hechos. Todo eso me lleva entre 20 minutos y media hora.

Hasta completar la primera hora me dedico al tema que haya decidido previamente: bal kisul, son kisul o pum (soguis, chaguis, maquis, movimientos especiales…) o me dedico a corregir los defectos que me han señalado dos grandísimos campeones y maestros de verdad con los que entreno un par de mañanas al mes. Poder entrenar con ellos es otra de las cosas que me hacen sentir afortunado.

La hora siguiente hago la clase normal bajo la dirección de mi sabonim con el entreno previo correspondiente o enseño técnica básica a quien lo pide. En temporada de competición procuro añadir alguna hora más para entrenar o repasar o aprender o fijar lo aprendido. No soy un gran ejecutante, pero aspiro a ser uno destacado.

Practico mucho los pumse, los básicos y los superiores, no solo por las competiciones sino porque me ayudan a coordinar y a concentrarme. No dejo de descubrir en la ejecución de los pumse modos de hacer que antes me habían pasado desapercibidos o ni había imaginado.

Pregunto a quien me parece que sabe y llevo un diario marcial donde apunto lo bueno y lo malo, y lo que aprendo. Procuro buscar quien me enseñe la buena técnica porque creo que es la manera de depurar la ejecución mediocre así que, si hay seminarios, acudo; si tengo que hacer kilómetros los hago y si tengo que madrugar, madrugo, algo que solo hacía de joven para darle la medicina a mi hijo.

Veo los videos que hay en la red para aclarar los detalles, no para aprender cómo se hacen las técnicas. Hay una cosa que procuro no hacer: criticar la técnica de otros porque bastante tengo con verme cuando me grabo.

Cuando llegué al mundo de la competición en técnica me di cuenta de que debía desaprender buena parte de lo que daba por bueno y correcto. Eso me está costando más esfuerzo que cualquier otra cosa, más incluso que el dolor de los estiramientos.

Aparte, tuve que aprender técnicas y conceptos que nadie me había explicado antes o bien yo no había sabido asumir. Sí puedo decir con conocimiento de causa que los métodos docentes tradicionales del TKD son francamente mejorables.

En cuanto al cansancio y al dolor, si el entreno ha sido intenso y a última hora del día puede ser que me duela la cabeza y que tarde en conciliar el sueño. También puede ser que me moleste alguna articulación pero no le doy importancia, aunque si duele mucho me tomo un ibuprofeno, cosa que no hago antes de entrenar. Afortunadamente, los antiinflamatorios y los analgésicos no me dan problemas de estómago.

Algo que no cambia es que cada mañana me duele algo o tengo agujetas. El traumatólogo que revisa mis rodillas cada año me dice que benditos sean esos dolores y que no deje de hacer ejercicio. De momento le haré caso y os propongo que hagáis lo mismo.

Salou, agosto de 2019

© 2019 Fernando Bendala Álvarez, todos los derechos reservados

En exclusiva para agentesdeohdokwan.com

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