Por allá principios de los años 90, cuando me inicié en esto que todos llamamos Taekwondo, yo ya venía de una experiencia previa de un año entrenando Full Contact, donde en los entrenamientos llovían las hostias como panes (perdón por la expresión) y donde un golpe en las costillas podía dejarte KO en el suelo y sin aliento nada más comenzar un simple sparring (en aquella época, para un tirillas como yo, eso era fácil que ocurriera).
Pero a pesar de que los entrenamientos eran muy duros y energéticos, y se asemejaban bastante a lo que uno se podía encontrar en una pelea real (en lo que a la contundencia de los golpes se refiere), mi cabeza siempre soñaba desde hacía tiempo, con el Taekwondo que alguna vez había visto en la televisión o en las pocas revistas de artes marciales que llegaban a mi isla, donde aparecían imposibles patadas voladoras o golpes demoledores que anhelaba algún día poder emular.
Y cuando por primera vez, de vuelta a mi casa con la mochila de entrenar, ví un cartel pegado en una farola donde se publicitaban clases de Taekwondo de un Maestro nativo Coreano (mi primer y querido Maestro, GM Cho Nam Jae) campeón de un montón de cosas, no pude evitar salir corriendo inmediatamente hasta ese local para apuntarme, sin siquiera preguntárselo a mis padres.
No cabe decir que, tras la primera clase, la sensación que tuve fue de un subidón de adrenalina tal, como nunca antes había experimentado, explotándome literalmente la cabeza al cambiar por completo mi concepción preestablecida de lo que yo creía, con apenas 15 años, que eran los “deportes de contacto” en realidad, viciado por años de consumo ininterrumpido de películas del género, que era lo que se estilaba en el videoclub de la esquina, donde volaban los VHS de Bruce Lee, Chuck Norris, Jackie Chang, Van Dame, etc…
Ese y solo ese, fue el primer día de toda una vida marcada por un camino, el del Taekwondo, dentro de la infinita senda de aprendizaje constante de las Artes Marciales.
Pues bien, tras casi 30 años practicando Taekwondo y tras pasar por las manos de varios Maestros y Clubes, he podido ver con perspectiva, viviéndolo en mis propias carnes, cómo ha evolucionado el Taekwondo a mi alrededor desde que me inicié y cómo ese Taekwondo ha acabado en su mayoría de casos, focalizándose en, prácticamente dos apartados concretos del Arte Marcial, el Kyrougi y el Poomsae, en sus facetas deportivas u olímpicas, condicionado claramente por las exigencias involuntarias y convenidas de una Federación Mundial (la WT) que ha marcado la hoja de ruta de las Federaciones Nacionales y con ella, inevitablemente, la de los clubes adscritos a las mismas, dejando éstos poco a poco (en varias décadas) de lado y olvidado en el baúl de los recuerdos, la práctica de otros aspectos también propios del Taekwondo como Arte Marcial, como puedan ser por ejemplo, su filosofía, el Ho Sin Sul (Defensa Personal), el Il Bo Deryon, I Bo Deryon o el Sam Bo Deryon (combate con compañero a uno, dos y tres pasos), o los rompimientos (Kyopka) o la meditación (Muñom) al empezar o acabar las clases… etc, entre otras cosas.
Recuerdo con nostalgia, como si fuera ayer, cómo en las clases de Taekwondo con mis primeros Maestros Coreanos y alguno español de la vieja escuela, se combinaban de forma armoniosa y completa todos esos aspectos más allá de los explícitamente deportivos, donde además del entrenamiento específico de combate y de formas, cabía de manera natural, el aprendizaje de luxaciones, barridos, patadas bajas, codazos, agarres y proyecciones e incluso el uso esporádico de armas.
Casi todo esto, por desgracia para los que amamos ese bagaje cultural del Taekwondo como Arte Marcial, se ha perdido. Y si no se ha perdido, se mantiene “oculto” de forma muy residual, entre las bambalinas de algunas escuelas tradicionales que han mantenido la esencia de su práctica a título interno fuera de curiosos y de la vorágine consumista del Taekwondo de masas.
Pues bien, ¿y por qué os he soltado todo este rollo, pensaréis? pues porque parece que en algún momento, -no sé cuándo ni cómo-, el Mundo se olvidó que el Taekwondo, en sus inicios por allá los años 40 del pasado siglo XX, surgió de las cenizas del Karate, como un sistema moderno de defensa efectiva, pues no en vano, el Ejército Coreano implementó su práctica como herramienta de adiestramiento de sus tropas dirigida al combate real cuerpo a cuerpo.
Eso no quiere decir, por descontado, que pretenda reivindicar la vuelta de un “Taekwondo Mortal y Sanguinario” al más puro estilo “Contacto Sangriento” de Van Damme, sino el del hecho que, el cada vez mayor encasillamiento y dilución del Taekwondo actual en su vertiente deportiva u olímpica, está consiguiendo que pierda ese factor diferencial que lo distingue de cualquier otro simple deporte como pudiera ser el Baloncesto o el Tenis, quedando patente que la especialización de nuestra disciplina Marcial de forma casi exclusiva en el combate aeróbico, hace que multitud de alumnos, llegados a la edad adulta, no encuentren una alternativa donde se puedan sentir cómodos en la práctica pues, a partir de cierta edad, no podemos negar que las lesiones están a la orden del día (yo ya he pasado por varias operaciones) y ciertos entrenamientos solamente tienen una vida útil en un abanico temporal muy limitado y centrado en la juventud, por lo que éstos acaban dejándolo por prudencia, por aburrimiento o simplemente por cansancio de recibir siempre lo mismo.
Así pues, en ese puzzle que es el Taekwondo actual, siempre he pensado que se hace absolutamente necesario recuperar cuanto antes, una cierta oferta de contenidos formativos más enfocados a lo que puede buscar una persona con un espíritu aún combativo pero más pausado y con menor ansia ya, por ese enfoque competitivo actual.
Y cuando creía que ya estaba casi todo perdido, rondando la cuarentena, me volvió a estallar la cabeza como el adolescente quinceañero de mi juventud, al descubrir gracias a la magia de Internet, que en Korea había un joven Maestro con una técnica exquisita, -el Maestro Jeong In-choul, el cual estaba perfeccionando y recuperando lo que yo consideraba que debía ser la razón de ser del Taekwondo y que nunca debía haberse perdido, la de ser un sistema de combate defensivo y efectivo contra ataques en la vida real.
El Maestro Jeong, ha llamado a su método, “Combative Taekwondo”, y basa su fundamento práctico en volver a darle vida y desempolvar el sentido último de unos conocimientos que mi cuerpo y mi mente hacía tiempo ansiaban recuperar y que se encuentran escondidos en el mensaje oculto de las técnicas aprendidas de juventud, pero con una visión mucho más moderna. Jeong, toma todas esas técnicas (muchas de ellas presentes en los Poomsae) y desmonta y desgrana cada una de ellas, para darle su sentido útil fuera del Taekwondo reglado, más allá de los simples juegos coreográficos de combinaciones mecanizadas y preestablecidas y que, en muchos casos, los Taekwondistas actuales repiten sin siquiera preguntarse por su verdadero uso y/o significado fuera de la pura estética y que resultarían totalmente inservibles e inútiles en una pelea lejos de cualquier tatami.
Y como hay ciertas cosas que se explican mejor con hechos que con palabras, no puedo sino recomendar como yo hice en su día, el comprar sus libros sobre la materia y sobretodo el participar de los excelentes seminarios que el Maestro imparte a demanda (el próximo, online al caer) por todos aquellos ávidos de aprender más allá de la zona de confort que proporcionan la mayoría de instituciones.
Sí, sé que a muchos de los que lean estas últimas líneas les habrá quedado un regusto a más de lo mismo y quizás serán de los que pensarán que en los seminarios poco se aprende y se tira el dinero, porque lo que verdaderamente importa es la práctica y la constancia en la misma, y no les voy a quitar la razón en lo segundo. Pero lo que está claro es que para lograr que crezca un árbol y recoger sus frutos primero han de sembrarse las semillas. Así que siempre será preferible ser semilla que extenso y yermo campo sin cultivo. La semilla, tarde o temprano, acaba germinando en el interior de cada uno. Solo ha de esperar el momento justo.
Un saludo Marcial a todos.
Solamente recordaros que el próximo día sábado 10 de abril, el Maestro Jeong ofrecerá su primer seminario internacional online de su «Combative Taekwondo» y que podéis encontrar toda la información respecto a este en el siguiente enlace a un formulario de google: https://forms.gle/8GRQC66ZvJ3SxuxJ8
© 2021 José Antonio Iniesta Navarro, todos los derechos reservados.
En exclusiva para agentesdeohdokwan.com
Afranio Murcia dice:
Soy practicante y comparto al 100 su enfoque, solo agregando que el Arte es para toda la vida, y es de vida, las variantes son temporales, como el deporte y la competencia. Me encantaria saber más. Si sabes de alguien en Bogotá, Colombia que siga esta línea, le agradecería me lo hiciera saber. Mil gracias Master.
Raul dice:
Es una pena que teniendo un maestro coreano todavia se atreva a decir «tatami».
Kilian Ballespí Escarp dice:
Haters gonna hate.
José A. Iniesta dice:
Es una pena que tras todo un artículo pensado en aportar algo positivo al mundo del Taekwondo en base a las experiencias personales de uno, usted solo sepa ver un pequeño «desliz» producto del abuso del lenguaje. Gracias por retratarse solo.
P.D. No llueven «tatamis» a gusto de todos. 😂😂😂😘😘😘
Kilian Ballespí Escarp dice:
Ya sabes como va esto Iniesta. Unos laburan entregándolo todo y luego aparecen los mediocres a agarrarse donde pueden para juzgar el laburo de otro.
Roberto Perez dice:
Soy sabonin en tkd 5 dan de Buenos Aires Argentina práctico y entreno desde hace varios años y me gusta mucho lo q hago saludos Marciales desde Argentina Buenos Aires