Reflexionando Sobre el Concepto del Do – “Do VS Dogma”

En más ocasiones de las que me gustaría, leo aseveraciones como que “el cinturón no puede tocar el suelo porque es impuro” o que “el dobok ha de ser de este u este otro color porque representa la pureza” o que “no podemos dar veinte vueltas al cinturón alrededor de la cintura porque solo existe un Maestro y un arte Marcial” o “el dobok no puede llevase sucio o rasgado” o “no te puedes limpiar el culo con la mano izquierda” y muchas otras cosas por el estilo, que los que las sueltan las meten en el enorme saco del “Do” (bueno, la de limpiarse el culo no) como si en él todo cupiera, cuando en realidad están hablando de Dogmas.

Y claro, a estas alturas de la película me sorprende aún, que haya gente, incluso Grandes Maestros con altos Danes encima, que confundan el sufijo “Do” (o camino) de las Artes Marciales con Dogmas propios de una secta.

¿Que por qué digo que son los Dogmas?, pues porque todo eso que nombran no son más que un conjunto de reglas o protocolos preestablecidos, propios un grupo restringido de personas, por lo general dentro de una misma organización y que se acatan sin discusión alguna por los miembros de dicho grupo, los cuales no suelen aceptar las injerencias del exterior. O tal como dice la RAE (Real Academia de la Lengua Española):

Dogma es:

  1. m. Proposición tenida por cierta y como principio innegable.
  2. m. Conjunto de creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión.
  3. m. Fundamento o puntos capitales de un sistema, ciencia o doctrina.

¿Pero dicho esto y Dogmas a parte, qué demonios es el “Do”?

La palabra «Do» a la que tanto se ha dado vueltas y mareos como extensión de las Artes Marciales modernas (Taekwon- Do, Karate-Do, Ju-Do, Hapki-Do, Aiki-Do, Kobu-Do, Ken-Do, Kum-Do, Kyu-Do etc…) y que pocos conocen, viene del vocablo chino “Tao”, que significa «vía o camino». Punto pelota. Sanseacabó.

El “Do” visto como “Tao”, resulta un concepto filosófico algo abstracto tanto para Occidente como para Oriente, propio del Taoísmo como religión (casi diría yo chamánica) y relacionado con la creación de todas las cosas, dando orden, unidad, claridad y estabilidad a nuestro Universo… casi nada, vamos. Pero ¡eh!, que no nos vamos a poner filosóficos ahora con este tema. El que quiera ponerse místico, que se compre y se lea el estupendo libro de Lao Tse, el “Tao Te King”.

“El Tao es en el mundo como el gran río o el mar al que fluyen los arroyos”. Ahí va la cosa. Telita…

Bien pues, después del momento fumada, -que sí, que está muy bien para los que queremos llenar el espíritu y tal (yo incluido)-, recuperemos el sino y todo el mundo tranquilo, ya que el “Do” propio de las Artes Marciales solo tiene del “Tao” chino, lo que tiene de “pres-Tao” (Sí, lo sé. La broma es muy mala pero me salió del alma), es decir, su significado simple de “camino”, pero tras un lavado y reconversión más humanística basada en una interpretación del “Budismo Zen a la japonesa”, donde adquiere el sentido último de “vía o viaje espiritual”.

Ese «camino o vía espiritual» viene asociado inexorablemente al Camino Marcial o Bu-Do (en Japonés), Mu-Do (en Coreano) como sinónimo de la senda de rectitud y ética inquebrantable hacia la sabiduría en pro de la paz interior y el dominio de uno mismo, que ha de seguir todo Artista Marcial (“Budoka” en japonés o “MuDoin” en coreano) a lo largo de su vida. Y para alcanzar ese ideal, se practique el arte marcial que se practique, uno puede ir a su bola o procurarse seguir códigos de conducta o preceptos como los del BuShiDo (“Código del Samurai/Guerrero”), los cuales por cierto, no necesariamente tienen porqué estar escritos en ningún lado y que corresponden a enseñanzas de vida comúnmente transmitidas por un guía de tú a tú ( de Maestro, Sensei o Sabomnim a discípulo).

Sin embargo, para llegar al objetivo de ese camino, que no es otro que el del “pleno conocimiento” de uno mismo, esa senda, -que ya podemos presumir que nunca se acaba-, en ningún caso y en ningún sitio dice que deba ser HERMÉTICA y PREESTABLECIDA por normas dogmáticas piramidales. Pues el autoconocimiento y perfeccionamiento personal que va intrínseco al concepto del “Do”, no atiende a reglas fijas e inmutables, a pesar que podamos haber decidido iniciar nuestro camino bajo unas pautas concretas dentro de nuestro Arte Marcial, sino que atiende a la capacidad de cada uno de adaptarse adecuadamente a cada momento del camino con la idea de unificar cuerpo, mente y espíritu para dotarnos de la entereza y determinación necesarias para caminar por la vida y salir lo más airosos posible de ella y de sus avatares.

En resumen, que como pasa con las ramas de un árbol, todas ellas son válidas para alcanzar tocar el firmamento. Habrá ramas que subirán más u otras que subirán menos pero su razón de ser es exactamente la misma. La de alcanzar la plenitud del espíritu con la práctica, entrenamiento y acondicionamiento del cuerpo y la mente. Fin de la historia. Bueno, fin fin no, que la cosa explicada así suena muy bonita y parece fácil, pero tiene lo suyo, para qué nos vamos a engañar.

¡Pero ojo! Matizar que cuando hablamos de “entrenamiento y práctica” no se trata del mero aprendizaje y dominio máximo y “perfecto” de las diferentes técnicas de nuestro Arte Marcial o de ganar muchos combates deportivos. No se trata de ser más fuerte o más sabio que el de al lado.

Según el Budismo Zen,

“El Do es la Vía, método, la enseñanza para comprender perfectamente la naturaleza del propio espíritu y del propio Yo”. “Es la vía que permite descubrir nuestra propia naturaleza original despertándose del sueño del Ego para llegar a una moral más elevada”.

Maestro Taisen Deshimaru

De ahí que, llevar un Dobok de color de rosa no te desviará del camino. Pegar un grito cuando no toca en un desarrollo de una forma, tampoco. Que tu cinturón dé una, dos o veinte vueltas a tu cintura tampoco. O si decides cambiar la forma de hacer una técnica o simplemente la haces diferente porque te resulta más cómoda, tampoco. O entrenar un solo día de la semana porque no puedes el resto de días, tampoco.

El “Do” que hay después de “Taekwon” será ese “camino de manos y pies” que hayas escogido allá donde fueres, en tu Dojang o fuera de él y que te dará aptitudes mentales suficientes para afrontar tu día a día como persona que debe vivir en sociedad y en armonía con aquello que le rodea. Pero ese “Do” lo has de explorar tú mismo. Porque nadie tiene el poder de desentrañarlo por ti. Y ese complejo viaje podrás hacerlo en compañía o en solitario. O de ambas formas al mismo tiempo. Pero lo más importante de todo es que seas capaz de disfrutarlo como los buenos vinos. Con la mesura y el tacto que se merece.

Así que ahí lo dejo. Y creo que hasta aquí ya podemos dar por concluida esta historia.


© 2022 José Antonio Iniesta Navarro, todos los derechos reservados sobre el texto, en exclusiva para agentesdeohdokwan.com

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